La nodriza esclava--Juana de Arco (2da parte)




Isabel corría por las calles estrechas y enlodadas; tropezaba con los encajes del vestido, tenía miedo a ese hombre y lo quería… Llegó al castillo y elevó el puente.
Desde una ventana, miraba el bosque de enanos.
Auguste no se atrevía a gritar de furia en la alcoba que le habían dado en el palacio del rey.
La cárcel alzaba sus rejas detrás de la esperanza de una nueva vida y los tabiques villanos se volvían firmes columnas de acero.

Finalmente, Isabel se casó con Auguste Deux.
Isa, como la llamaban algunos conocidos, había nacido en el año 1500; ya tenía quince años. Vivía en una aldea próxima al extremo de la calle que llevaba al palacio del rey Enrique Vlll hacia lo alto de la villa, un fastuoso edificio rodeado de treinta hectáreas de jardines. En las afueras, se ubicaba una parra de viñedos y arbustos cercanos a un canal privado con patos, gansos y cisnes. Sobre otro extremo del edificio predominaban los rosedales y demás plantaciones. La capilla real impactaba por su magnificencia ya que se hallaba revestida en madera con un extraño diseño de azules y dorados.
El camino hacia la residencia, muy frecuentada por caballeros de la corte y damas de sangre real que eran servidores de muchos años atrás, era caliente en verano, oscuro en sus tramos, estaba dominado por altas murallas.

A Isabel le ocasionaban disturbios mentales esos senderos despojados de esplendor; se tornaba pálida y fría como una persona poco normal. A menudo, escapaba cuando su esposo Auguste la iba a buscar a la fortaleza donde descansaban las personas de servicio. Pasaba corriendo frente a los prostíbulos y monasterios, desesperada, con ese andar loco de niña disconforme con su origen. No era hija de condesa, ni de duques, ni de alcaldes; sin embargo, sabía hablar latín perfectamente, conocía de música y de literatura y llevaba una sangre ardiente que la inclinaba hacia un mundo rivalizado y sorpresivo donde la sumisión era la única alternativa de supervivencia.

Isabel le temía a la Inquisición contra los herejes establecida en el siglo Xlll, cuya misión era conservar la pureza de la fe frente a los moros y a los judíos; recordaba el suplicio de Juana de Arco en Ruán el 30 de mayo de 1431.
Isabel quería huir de ese estado belicoso del que era presa porque odiaba la castidad, la obediencia, la pobreza y el sometimiento ciego de todos y cada uno de aquellos seres de la realeza que se entregaban a los convenios políticos antes de nacer. Ella formaba parte de la corte de damas por una inexplicable razón ya que era una humilde aldeana sin ceremonias; tal vez, una princesa de Gales destronada o una aparición sobrenatural.

Juana de Arco era su Cristo venerado; una pobre campesina que tenía dieciséis años cuando se presentó al Delfín Carlos y le pidió el mando de las tropas para liberar al país de los extranjeros. Cuando lo consiguió se dirigió contra los ingleses, en poco tiempo les hizo levantar el sitio de Orleáns.
Toda Francia se llenó en entusiasmo y el Delfín fue llevado hasta Reims donde se consagraban los monarcas franceses. Juana lo hizo coronar como rey legítimo. Con ello había cumplido la misión.
Poco después, traicionada por la envidia de los príncipes, cayó en manos de los borgoñeses y estos la vendieron a los ingleses quienes la juzgaron como bruja y hereje y en 1431 la condenaron a morir en la hoguera.


“Hemos declarado por justo juicio que tú Juana, vulgarmente llamada “doncella”, has caído en errores variados y crímenes de cisma, idolatría, invocación de demonios y muchas otras maldades. Puesto que cierto día tú habías renunciado a ellos, hecho juramento en público, voto y promesa de no volver jamás a dichos errores o a alguna herejía… pero tú has caído, ¡Oh dolor!...Juzgamos que eres relapsa y herética; estimamos que un miembro podrido, para que no infecte a los otros, deber ser estirpado; nosotros te rechazamos y te abandonamos…

Juana de Arco fue ejecutada. Un verdugo la ató frente a los haces de leña que alimentaban la hoguera. A la derecha, se hallaban dos monjes; uno de ellos llevaba una cruz.

L.Fraix

De----La nodriza esclava (novela histórico-fantástica)


4 comentarios:

  1. La historia de Juana de Arco es espeluznante y contradictoria, primero la iglesia la condena a la hoguera y siglos después la misma iglesia la canoniza.Besicos

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    1. Es una historia que siempre me apasionó, desde chica leía mucho sobre ella. La verdad es que no sé el porqué de la Iglesia tantos siglos después. Habría que ahondar en eso. Es contradictorio pero las razones deben haber sido justificadas. Un besito.

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